España continúa siendo líder mundial, en trasplantes de órganos. El Ministro de Sanidad, Bernat Soria, lo ha confirmado, en rueda de prensa, en la presentación del balance de actividad 2008 de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
“La tasa española de donantes se sitúa en 34,2 por millón de población, el doble de la media europea”.
Podemos sentirnos muy orgullosos de los profesionales de nuestra sanidad y de la española solidaridad demostrada al mundo con la donación de órganos, los cuales, habiéndonos sido tan necesarios en nuestra existencia y ante su inutilidad en el lugar a donde vamos, damos la oportunidad de vida o un mínimo de calidad de vida, a otras personas a las que la incertidumbre de su salud las tiene atenazadas.
Me ha llamado la atención, como la mayoría de la prensa ha omitido o pasado de puntillas dedicando una simple frase, a un hecho que el Ministro Bernat Soria ha resaltado por su importancia y beneficio para todos. “En 2004, el 4,5% de los donantes pertenecía a la población inmigrante, habiendo alcanzado en 2008 casi el 10%”. Es importante, ¿No….?. A esto se llama integración.
En cambio, si que vemos como los periodistas ocupan portadas o páginas completas, cada vez que llega a nuestras costas una patera llena de personas exhaustas jugándose la vida por buscar un futuro que ofrecer a sus familias. Algunos nos lo venden como si se tratase de una invasión extranjera que intenta arrebatarnos nuestro pan y a los que cuelga de sus cuellos el cartel de DANGER, para que los españolitos estén alerta ante la plaga que se avecina.
El Gobierno de Zapatero, siempre ha destacado el beneficio económico que supone la población inmigrante a las arcas del Estado y que la mayoría de las pensiones se solventan gracias a su contribución, pero parece que para la mayoría, estos datos carecen de validez, pues siguen rechazando y despreciando, sobre todo de cara a las relaciones sociales (y entre compañeros de partido), a todo aquel que tenga un tono de piel, los rasgos de su cara o el acento lingüístico diferentes.
¡Qué decir!, de las familias que aprovechando el tirón y para que le quiten al abuelo de encima, ponen en manos de estos “sin papales” el cuidado de sus mayores por cuatro euros y sin seguridad social, mientras ellos se van de vinos por los bares de moda y acuñan su tema de conversación, en el repudio y la necesidad, de que toda esa gente “diferente” y que “no sabe nuestras normas, ni costumbres” se vuelvan a su tierra.
¡Qué decir!, de los señoritos y señoritas (Dones y Doñas) que contratan (cuando hay contrato) una empleada de hogar (“chacha” para la casa) ya que ellos no pueden o no deben realizar tales trabajos, y buscan entre las inmigrantes quien les haga esa labor, porque las españolas, “hartas” de que las humillen y menosprecien, se niegan.
¡Que decir!, del trabajo que están realizando con las duras, y despreciadas por los españoles, labores del campo, para que salgan adelante a pesar del aprovechamiento económico y laboral, que algunos de sus “amos” ejercen sobre ellos.
¡Que decir!, de los constructores que envueltos por la vorágine que supuso enriquecerse con el ladrillo, contrataban inmigrantes obligándolos a trabajar jornadas de incluso 16 horas diarias, teniéndolos dos meses trabajando y luego mandarlos a la calle sin pagarles nada y sin derecho a reclamaciones, porque ni siquiera les habían dado de alta en la seguridad social. Algunos constructores se han hecho ricos con el engaño y la esclavitud de personas.
Por todo esto, quiero que tengamos muy en cuenta y nos hagamos “eco”, con el volumen a todo gas, de ese 10% de inmigrantes que dona sus órganos a nuestros cuerpos, y que lo escuchen todos esos “ESPAÑOLES” que quieren poner puertas al mar, para que nadie pase a su valiosa y venerada piel de toro, aún habiendo sido muchos de ellos inmigrantes en tiempos del dictador. Esos mismos, que solo irradian desprecio, puede que en algún miembro de su familia o en su propia persona, esté latiendo un corazón “ilegal”, o que el riñón de un “moro” que se coló enganchado en los bajos de un camión, le haya permitido desconectarse de la máquina de diálisis para que le vuelva su añorada calidad de vida. Seguro que si sabrían que en las pateras viajan sus “órganos” de salvación, hasta les pagarían el pasaje en primera clase.
Creo que aparte de Bernat Soria, tendría que haber más personas ensalzando la importancia de este comportamiento. Los inmigrantes regalan vida, alguno roba ¿Qué diferencia hay de los españoles?. Todos somos iguales, la forma de actuar está en la persona, no en donde has nacido.
Quiero ver como Cañete sale a valorar este dato, igual que hizo en la última campaña electoral, escupiendo, el gasto que generan las inmigrantes haciéndose mamografías.
“La tasa española de donantes se sitúa en 34,2 por millón de población, el doble de la media europea”.
Podemos sentirnos muy orgullosos de los profesionales de nuestra sanidad y de la española solidaridad demostrada al mundo con la donación de órganos, los cuales, habiéndonos sido tan necesarios en nuestra existencia y ante su inutilidad en el lugar a donde vamos, damos la oportunidad de vida o un mínimo de calidad de vida, a otras personas a las que la incertidumbre de su salud las tiene atenazadas.
Me ha llamado la atención, como la mayoría de la prensa ha omitido o pasado de puntillas dedicando una simple frase, a un hecho que el Ministro Bernat Soria ha resaltado por su importancia y beneficio para todos. “En 2004, el 4,5% de los donantes pertenecía a la población inmigrante, habiendo alcanzado en 2008 casi el 10%”. Es importante, ¿No….?. A esto se llama integración.
En cambio, si que vemos como los periodistas ocupan portadas o páginas completas, cada vez que llega a nuestras costas una patera llena de personas exhaustas jugándose la vida por buscar un futuro que ofrecer a sus familias. Algunos nos lo venden como si se tratase de una invasión extranjera que intenta arrebatarnos nuestro pan y a los que cuelga de sus cuellos el cartel de DANGER, para que los españolitos estén alerta ante la plaga que se avecina.
El Gobierno de Zapatero, siempre ha destacado el beneficio económico que supone la población inmigrante a las arcas del Estado y que la mayoría de las pensiones se solventan gracias a su contribución, pero parece que para la mayoría, estos datos carecen de validez, pues siguen rechazando y despreciando, sobre todo de cara a las relaciones sociales (y entre compañeros de partido), a todo aquel que tenga un tono de piel, los rasgos de su cara o el acento lingüístico diferentes.
¡Qué decir!, de las familias que aprovechando el tirón y para que le quiten al abuelo de encima, ponen en manos de estos “sin papales” el cuidado de sus mayores por cuatro euros y sin seguridad social, mientras ellos se van de vinos por los bares de moda y acuñan su tema de conversación, en el repudio y la necesidad, de que toda esa gente “diferente” y que “no sabe nuestras normas, ni costumbres” se vuelvan a su tierra.
¡Qué decir!, de los señoritos y señoritas (Dones y Doñas) que contratan (cuando hay contrato) una empleada de hogar (“chacha” para la casa) ya que ellos no pueden o no deben realizar tales trabajos, y buscan entre las inmigrantes quien les haga esa labor, porque las españolas, “hartas” de que las humillen y menosprecien, se niegan.
¡Que decir!, del trabajo que están realizando con las duras, y despreciadas por los españoles, labores del campo, para que salgan adelante a pesar del aprovechamiento económico y laboral, que algunos de sus “amos” ejercen sobre ellos.
¡Que decir!, de los constructores que envueltos por la vorágine que supuso enriquecerse con el ladrillo, contrataban inmigrantes obligándolos a trabajar jornadas de incluso 16 horas diarias, teniéndolos dos meses trabajando y luego mandarlos a la calle sin pagarles nada y sin derecho a reclamaciones, porque ni siquiera les habían dado de alta en la seguridad social. Algunos constructores se han hecho ricos con el engaño y la esclavitud de personas.
Por todo esto, quiero que tengamos muy en cuenta y nos hagamos “eco”, con el volumen a todo gas, de ese 10% de inmigrantes que dona sus órganos a nuestros cuerpos, y que lo escuchen todos esos “ESPAÑOLES” que quieren poner puertas al mar, para que nadie pase a su valiosa y venerada piel de toro, aún habiendo sido muchos de ellos inmigrantes en tiempos del dictador. Esos mismos, que solo irradian desprecio, puede que en algún miembro de su familia o en su propia persona, esté latiendo un corazón “ilegal”, o que el riñón de un “moro” que se coló enganchado en los bajos de un camión, le haya permitido desconectarse de la máquina de diálisis para que le vuelva su añorada calidad de vida. Seguro que si sabrían que en las pateras viajan sus “órganos” de salvación, hasta les pagarían el pasaje en primera clase.
Creo que aparte de Bernat Soria, tendría que haber más personas ensalzando la importancia de este comportamiento. Los inmigrantes regalan vida, alguno roba ¿Qué diferencia hay de los españoles?. Todos somos iguales, la forma de actuar está en la persona, no en donde has nacido.
Quiero ver como Cañete sale a valorar este dato, igual que hizo en la última campaña electoral, escupiendo, el gasto que generan las inmigrantes haciéndose mamografías.
foto: elporche.blogspot.com
1 comentario:
Felicidades por el articulo, no todo el mundo se fija en esas pequeñas grandes circunstancias tan importantes. Otros prefieren ocultarlas. Muchos pudientes en el mundo pagan para que un órgano, de quien ha nacido en la miseria, salve su vida de opulencia.
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